La canción invita a sentir pero uno simplemente no esta en ese humor. Todo se tranquilizó después de la tormenta,todo vuelve a su cauce. No hay más, es mucho mejor así. El caballero por ahora solo piensa en cosas materiales, le ayuda a vivir el trance de sentir y dejar pasar. Cada madrugada se hace inmune al deseo de dejarse llevar por ese universo que se le ha negado tantas veces. Silencio afuera y silencio adentro.
El punto final es el inicio, aunque no hay que confundirse porque nada es igual. Espirales de acción que encuentran su momento de fé al llegar a la otra orilla. Descansa sobre esa banca donde puede cerrar los ojos con increíble serenidad. Manos en los bolsillos, piernas cruzadas y un sentar que es propio de los que encuentran la satisfacción personal.
Momento para soltar una sonrisa, para respirar profundo, para darse cuenta del tiempo transcurrido desde que llego a la ciudad prometida. -Muy bien- se dice a si mismo y se levanta para fortalecido buscar lo perdido durante años de batallas tan crudas como los noticieros matutinos.
Nada esta escrito, aún las promesas eternas tienen caducidad, aún las palabras más sinceras llevan una mentira entre letra y letra. Luego entonces, aprendido el juego cruza la calle mientras tararea esa canción que lo seguirá invitando por siempre a sentir.