Domingo por la tarde, llueve afuera y es momento de contar lo vivido. Vivir en esta ciudad es una fortuna, siempre buenos descubrimientos, lugares, sabores, encuentros. Uno no puede o no debe dejar pasar eso, me parece que es casi una obligación el mantener los ojos bien abiertos para probar los dulces sabores de la urbe más grande del mundo.
El viernes fiesta de una amiga, la cita era un bar que se quedo atrapado en otra época más simple. Señores que hasta doblan las décadas de algunos presentes, luz roja que permite ver la noche bajo otro filtro, meseros molestos y descorteses que le dan su toque depresivo. El lugar es íncreible, la decoración es tan rara que cual si estuvieras en un museo no puedes dejar de mirar, el piano desafinado y cantantes atrapados en cuerpos de contadores, arquitectos o abogados ponen el soundtrack atinado, aplausos al amateur que interpreta "cielo rojo".
El servicio es tan malo que lejos de molestarte te hace la noche, frase como "tengo cervezas pero están calientes" ó "ya no tenemos más cervezas" siendo apenas las 12 de la noche te dejan el tema a comentar y uno siempre agradece los tópicos que te da la vida rutinaria. Y al visitar ese bar que responde bajo el nombre de "El bar de perico" no puedo evitar tener el deseo de rentarlo para una linda ocasión, aunque esta vez llevemos nosotros las chelas.
El viernes pasó dejando una desvelada que sigue cobrando créditos hasta el día de hoy, es sábado, el reloj marca la hora de la comida, es momento de descubrir otra cosa.
Un restaurante donde la comida corrida es la estrella, barata, bien servida y a diferencia del otro lugar "excelente servicio". Justo en el centro, el nombre no dice mucho o al contrario dice tanto que uno crea juicios fuera de la realidad. "Pagoda", en la entrada decoraciones orientales pero adentro se sirve sopa de tortillas y alambres de bistek. Siempre lleno porque apesar de que la gente muchas veces vive como zombies siempre responde con creces a quien le entrega lo justo.
En el tercer descubrimiento es mejor llamarlo reencuentro, a varias estaciones de casa visitamos a un amigo de la primaria que ha decidido también venirse a vivir a esta olla llamada "distrito federal" y aquí viene el nombre de la colonia que remarcó la reunión ..."La otra banda". Así se llama, es genial conocer nombres tan llenos de vida y verdad, parace una broma pero de la casualidad, como si eso existiera. Aquí un par de fotos del bar porque las de el restaurant y la de la colonía se las dejo a deber.
El viernes fiesta de una amiga, la cita era un bar que se quedo atrapado en otra época más simple. Señores que hasta doblan las décadas de algunos presentes, luz roja que permite ver la noche bajo otro filtro, meseros molestos y descorteses que le dan su toque depresivo. El lugar es íncreible, la decoración es tan rara que cual si estuvieras en un museo no puedes dejar de mirar, el piano desafinado y cantantes atrapados en cuerpos de contadores, arquitectos o abogados ponen el soundtrack atinado, aplausos al amateur que interpreta "cielo rojo".
El servicio es tan malo que lejos de molestarte te hace la noche, frase como "tengo cervezas pero están calientes" ó "ya no tenemos más cervezas" siendo apenas las 12 de la noche te dejan el tema a comentar y uno siempre agradece los tópicos que te da la vida rutinaria. Y al visitar ese bar que responde bajo el nombre de "El bar de perico" no puedo evitar tener el deseo de rentarlo para una linda ocasión, aunque esta vez llevemos nosotros las chelas.
El viernes pasó dejando una desvelada que sigue cobrando créditos hasta el día de hoy, es sábado, el reloj marca la hora de la comida, es momento de descubrir otra cosa.
Un restaurante donde la comida corrida es la estrella, barata, bien servida y a diferencia del otro lugar "excelente servicio". Justo en el centro, el nombre no dice mucho o al contrario dice tanto que uno crea juicios fuera de la realidad. "Pagoda", en la entrada decoraciones orientales pero adentro se sirve sopa de tortillas y alambres de bistek. Siempre lleno porque apesar de que la gente muchas veces vive como zombies siempre responde con creces a quien le entrega lo justo.
En el tercer descubrimiento es mejor llamarlo reencuentro, a varias estaciones de casa visitamos a un amigo de la primaria que ha decidido también venirse a vivir a esta olla llamada "distrito federal" y aquí viene el nombre de la colonia que remarcó la reunión ..."La otra banda". Así se llama, es genial conocer nombres tan llenos de vida y verdad, parace una broma pero de la casualidad, como si eso existiera. Aquí un par de fotos del bar porque las de el restaurant y la de la colonía se las dejo a deber.
3 comentarios:
No manches, la famosísima Pagoda, ya me dio hambre!!!
Hello!
Chaz, hace mucho no salgo con muchos cuates a un bar. Debo hacerlo pronto.
Una vez entré a un restaurante chino que está por el Centro de la Imagen (a dos cuadras); malísimo! No tiene cerdo, y el chop suey es una basura! [hubiese preferido la sopa y el bisteck!]
Un saludo!
Tengo un compa que liga y corta en la Pagoda.
L'aurea lo conoce...
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